Testamento y codicilo de Pedro de Escavias

Español Oct 29, 2023

Texto de presentación de la edición del testamento y del codicilo de Pedro de Escavias

 

El 28 de septiembre de este año 2023, el Instituto de Estudios Giennenses y la Asociación Amigos del Patrimonio de Andújar organizaron, en la sala de caballerizas del Palacio de los Niños de don Gome de Andújar, un acto de presentación de la obra: Pedro de Escavias, Testamento (1485) y codicilo (1488). Transcripción y edición comentada por Michel Garcia, Prólogo de Rosalía Calzado Chamorro. Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 2003. No me fue posible asistir personalmente al acto, por lo que mi intervención se hizo por visioconferencia. Este fue el texto de la ponencia que leí en aquella ocasión.

 

Proceso de publicación

 

Juan Vicente Córcoles me dio la noticia de la localización del testamento, el 3 de octubre de 2019, y me hizo llegar su reproducción fotográfica el 14 de octubre. Sin demorarme, me dediqué a transcribir los documentos, tarea que terminé el 23.

Si proporciono estas fechas, no es por un prurito de historiador o de archivero, sino para convencerles del entusiasmo que me provocó ese descubrimiento. Les confieso que, a lo largo del medio siglo que llevo interesándome por la figura de Pedro de Escavias, más de una vez había soñado que su testamento aparecía, olvidado dentro de algún baúl, en el desván de alguna casa de la provincia. Son esas ilusiones las que mantienen viva la atención del investigador, aunque, en el fondo, esté convencido de que eso no llegará nunca. ¿Cómo iba a pensar que lo conservaba un archivo de tanto prestigio como el Histórico de Zaragoza y que Rosalía Calzado tendría la espléndida idea de escudriñar en sus fondos? Nunca sabré agradecerle como se merece la constancia que la llevó, como me explicó, a interrogar todos los archivos que visitaba por si cobijaban algunos documentos sobre la historia de Andújar.

La transcripción fue un momento muy excitante. Es un ejercicio que aprecio: familiarizarme con la letra, las abreviaturas, la práctica del copista; luego aislar las fórmulas recurrentes y el vocabulario técnico, jurídico y económico, en este caso; transcribir el texto línea a línea, para facilitar la localización de las palabras de difícil interpretación, contando con el contexto para conseguirlo.

Hecha la transcripción literal, se impone introducir capítulos para hacer resaltar los diferentes temas abordados en previsión del comentario, delimitar párrafos e incluir una puntuación moderna para facilitar la lectura y evitar errores de interpretación.

El 23 de octubre, pude mandar a Juan Vicente y a Rosalía la transcripción literal (conservando la grafía) puntuada del testamento de Pedro de Escavias y, el 1 de noviembre, el codicilo. Tardé unos días más para los otros documentos que, ya desde un principio, me parecieron relativamente secundarios y solo merecían figurar en un anejo a la edición del testamento y del codicilo.

Gracias al contacto con el AHP que me facilitó Rosalía Calzado, pude dirigir algunas preguntas a los archiveros para hacerme una idea clara del contenido del legajo y explicar alguna anomalía que la reproducción fotográfica no permitía aclarar. Un transcriptor siempre experimenta una frustración cuando no ha manejado, en el sentido literal de la palabra, los documentos que transcribe, porque la lectura directa es indispensable y a menudo depara gratas sorpresas. Desgraciadamente, hacer el viaje de Zaragoza para una sesión de trabajo de unas dos horas me resultó desproporcionado. Con todo, sigo echando de menos el no haber tenido en mis manos los distintos documentos y no puedo asegurar que algo, aunque solo sea algún detalle, no se me haya escapado.

Paralelamente a la transcripción, empecé a solicitar a colegas españoles para que me aclararan algunos conceptos que, al no ser jurista ni economista, me resultaban oscuros -juros de heredad, tercio de mejoría, etc.- o la identificación de un alto personaje o de una institución eclesiástica. Así fui reuniendo una bibliografía que me ayudó mucho y me permitió andar en terreno sólido al redactar mi comentario.

También solicité a mis corresponsales andujareños para que me explicaran algunos términos que yo desconocía (v. gr. “posadas”), la localización de algún edificio dentro de la ciudad o algún topónimo de la zona. Estas gestiones me hicieron sentirme algo así como un intruso en un asunto que no me correspondía del todo, por ignorar ciertas realidades que a Ustedes resultan evidentes. No lo digo por excesiva modestia sino para convenceros de que, en ningún momento, he pensado que mi intervención se justificaba por otra cosa que por mi saber libresco, y que debía contar con Ustedes para todo lo demás, que no es poco.

El largo paréntesis de la COVID ha interrumpido el proceso de la edición cuando se estaba pensando en el contenido del libro, incluidos documentos anejos e ilustraciones, que solo se resolvió a finales del año 2021. Mientras tanto, había podido dedicarme al comentario, que me exigió más tiempo de lo pensado, ya que empecé por aquellos meses a pensar seriamente en realizar una nueva edición del Reportorio del mismo Escavias, para la que la del testamento y del codicilo me sirvió de aliciente. Les anuncio que esta ha avanzado mucho y que tengo buena esperanza de que esté lista de aquí al final de este año.

Para el comentario, también recurrí a alguna ayuda, como la de mi amigo, el catedrático de la Universidad de Salamanca, Pedro Cátedra García, muy versado en la literatura testamentaria, que añadió, dentro del contexto de la época, una perspectiva más amplia a la redacción de Escavias.

En abril del pasado año de 2022, Luis Pedro Pérez García, presidente de vuestra Asociación, me informó de que el IEG estaba dispuesto a publicar el volumen. Conocida esa grata noticia, revisé el texto, añadí un índice general detallado para facilitar el trabajo del impresor. Las semanas que siguieron fueron dedicadas a la elección de ilustraciones, que nos llevó hasta enero de este año, a Luis Pedro, a Rosalía, a Manuel Rodrigo Figueroa y a mí.

Por fin, el proceso de impresión propiamente dicho terminó en mayo, demasiado tarde para programar una presentación antes del verano. Por eso se ha fijado en estas fechas. Pero he podido disfrutar durante estos meses con la preciosa edición encuadernada que ha costeado vuestra Asociación, de la que mi antiguo alumno y actual catedrático de España medieval en la ENS de Lyon, Carlos Heusch, ha sacado este retrato a dos caras (la del libro y la mía) que les dedico.

 

Balance

El balance que puedo hacer de la lectura del testamento y del codicilo de Pedro de Escavias es muy positivo, desde la perspectiva de un conocimiento más exacto de su vida pero también porque proporciona datos interesantes sobre el contexto sociológico, geográfico y cultural de Andújar y su comarca en la segunda mitad del siglo XV.

Sobre el entorno familiar del personaje, esos documentos constituyen una prueba indiscutible de que lo que se había publicado hasta ahora, prestando fe a los escritos de genealogistas que, desde el siglo XVI, dejaron libre curso a su imaginación, era muy imperfecto, por no decir lleno de falsedades y deducciones abusivas.

Un testamento no miente, porque se escribe cuando su autor está en trance de morir, y porque se lee en presencia de testigos que están en condiciones de confirmar o invalidar la veracidad de su contenido. Por lo tanto, gracias a esos documentos, podemos dibujar, sin riesgo de equivocarnos, el árbol de cuatro generaciones de Escavias, desde la de los padres del testador hasta la de sus nietos, e incluso su primer bisnieto.

Este testimonio va mucho más allá de una simple enumeración de personas, porque el reparto de bienes entre ellos dibuja una suerte de jerarquía: entre la viuda y sus hijos; entre el hijo mayor y sus hermanas; entre varones y hembras (tres de las nietas religiosas; nieto privilegiado en el codicilo). Se percibe, por lo tanto, una caracterización no solo económica sino sociológica de la parentela.

Contribuye también a un mejor conocimiento del estamento eclesiástico de Andújar, identificando dignidades y monumentos. Se confirma que, en aquellos años, la ciudad solo contaba con una orden femenina y otra masculina, es decir que el panorama apenas había cambiado desde la época de la conquista y que las fundaciones religiosas se multiplicaron solo al final del siglo XV, no antes.

La personalidad de Pedro de Escavias queda mejor dibujada, aunque de manera alusiva. Había recuperado entonces parte de la autoridad que había ostentado durante el reinado anterior, el de Enrique IV, así como su prestigio, a juzgar por la calidad de sus interlocutores y por la solemnidad de su entierro en la iglesia de Santa María. Su caballerosidad se manifiesta en la armadura lujosa de la que hereda su hijo. Ejerce plenamente hasta el final su papel de pariente mayor (jefe de linaje), lo que le sitúa a la cabeza de un personal numeroso, no solo de sus hijos y nietos sino doméstico.

Por fin, los documentos autógrafos que contiene el legajo, redactados en dos momentos distintos, el primero bajo el efecto de una enfermedad que se consideraba mortal, el segundo, el del codicilo, años después, cuando había recobrado la salud, merecen considerarse como un precioso testimonio indirecto de su cultura: el trazo vigoroso de una escritura cursiva no exenta de adornos (‘i’ largas) y una evidente familiaridad con la grafía diplomática al uso, incluida las abreviaturas.

Me resulta un precioso documento porque, gracias a él, he podido atribuir al propio Pedro de Escavias la última línea del Reportorio y, por vía de consecuencia, que el volumen de esa obra conservado en la Biblioteca Nacional de Lisboa era de su propiedad y había sido transcrito bajo su control. Nada menos que eso.

Dentro del capítulo de las decepciones, mencionaré el hecho de que esos documentos se muestren tan prolijos encuanto a la dimensión monetaria de la herencia (rentas, juros, dinero) y tan parcos sobre los otros bienes (casas, haciendas, molinos, ganado, etc.) y sobre los servidores que los explotaban. Es un aspecto de la vida cuotidiana de ese linaje que se nos sigue escapando.

La otra decepción concierne su archivo y su biblioteca. Escavias se muestra orgulloso de detener documentos provenientes de altos personajes y de poseer un fondo de libros que confía expresamente a la guarda de su heredero, con la obligación de conservarlo íntegro. Sin embargo, se echa de menos una lista, aunque incompleta, de los papeles y volúmenes que los constituían. El trabajo que he llevado a cabo sobre la identificación de las fuentes del Reportorio de Príncipes de España dejan suponer que Escavias disponía de un conjunto de volúmenes de tema historiográfico apreciable, sin hablar de los textos poéticos que le sirvieron para formar el Cancionero de Oñate.

Me temo que, si esa lista existió, no fue objeto de una legalización ante notario y que, por consiguiente, conoció la suerte que se suele reservar a papeles de familia cuando los descendientes han perdido el rastro de los antepasados que los reunieron.

 

Conclusión

 

Diré que el descubrimiento del testamento y su publicación no agotan la posibilidad de nuevas investigaciones sobre Pedro de Escavias. Aparte de la documentación que queda por descubrir, lo cual resulta siempre aleatorio, estos documentos abren nuevas vías de investigación en diversos campos: biográfíco, económico, sociológico, cultural. La publicación del Reportorio también contribuirá a ello.

Pero, para mí, lo más positivo ha sido haber conseguido llevar a cabo una tarea colectiva como esta con los compañeros de la Asociación, a pesar de los obstáculos impuestos por la necesidad de comunicar via e-mail o por teléfono. También me alegra sumamente que el IEG haya colaborado tan generosamente a esta realización, y me hace sentir más cercano que nunca a esa institución.